"En París, donde viví de 1940 a 1953, estaba muy aislado, pues iba a contracorriente, pero nunca sentí esa soledad de forma negativa. Sin lugar a dudas, todo el mundo o casi, me odiaba, pero me era indiferente. Esa indiferencia, por otro lado, me ha salvado y ha salvado mi pintura del peligroso capricho de la moda. Pintar era lo único que contaba para mí. El resto me daba igual."
Balthus (1908 - 2001)
Balthus (1908 - 2001)
Cuál
es el fin que sostienen quienes repiten mecánica y superficialmente lo que ya
hicieron o hacen otros?
Evitar
el riesgo de crear, anular las diferencias que surgen de las particularidades para
unificarlas en el mundo del facilismo estéril, caminando un trayecto vacío que
conduce a un fruto hueco. Crear siempre es riesgoso, porque no anticipa certezas ni adelanta garantías.
Nos han llamado la atención los muchos que están empecinados en ser artistas y desarrollan un despliegue energético que dejaría hemiplégico a un corredor de maratón, abarcando desconcentrada y caprichosamente múltiples direcciones estéticas y temáticas, la mayoría antagónicas unas con otras, pero ordenadas esmeradamente en un popurrí a veces con habilidad manual o cibernética, pero con el mismo contenido dramático e idéntica poesía visual que una camiseta chivada. Búsqueda cero.
La característica esencial del artista es tener, y atreverse claro, a una mirada siempre personal, propia. Nada nuevo se gesta sin afrontar ese vértigo, sin traspasar la cáscara y las formas probadas, aceptadas, ya deglutidas y digeridas. Nada nuevo sucede si se siguen los modos, las poses, los gestos y los métodos de los otros, salvo, un refrito con aceite rancio.
Lo que en el arte está predeterminado de antemano, sólo puede confrontarse y cuestionarse en nuevos territorios a descubrir para vislumbrar continuamente nuevos horizontes.
Cuán honesta resulta la obra de alguien que pinta un perrito como Suárez, hace una instalación como Pérez o fotografía como Rodríguez?...Cuál es el sentido de importar propuestas, manoteándolas sin más del contexto y cultura del que surgieron, haciéndoles perder así todo contenido y fuerza originales?
Buscar la aprobación es un camino redituable tanto para el ego como para el bolsillo si uno respeta unas pocas reglas, pero no recomendable si lo que se quiere es hacer arte.
La aprobación y el reconocimiento no son valores en sí. No significan nada si no hay nada para reconocer.
Un tiempo ha transcurrido desde el inicio de la TAE. Nos hemos encontrado con artistas en formación, en sus inicios, con trayectoria, con obras, con propuestas e intensiones interesantes, pero también con formas de artistas, con obras sin forma, ni propuesta ni intensión, que sólo buscan adulación o un lugarctio en el podio de la tendencia de moda, retro o vintage de arte que se consigue en cualquier barata.
Impacta ver la poca profundidad o la estrecha superficialidad, no importa qué, ni cómo ni para qué, las opciones son en el mejor de los casos ejercicios de textura, color, equilibrio y demases postulados de academia. La vanalidad es celebrada, festejada y admirada.
Hacerse ver ¿sólo de eso se trata?
Es enorme la cantidad de exposiciones de artistas jóvenes que se miran al espejo y el ombligo, donde repiten y repiten lo que ya es repetido. Las proliferación de casas de arte surgidas en la ciudad son una buena noticia, pero lo mejor que ofrece la mayoría de ellas son unas pizzas para matar el hambre y el aburrimiento.
La imagen de las ferias de venta de ropa usada montadas en algunas de ellas, es la síntesis de este vacío creativo, un rejunte de prendas feas a las que no se les agrega nada, a las que no se modifica ni interviene y sólo se las vende tal cual fueron concebidas y usadas.
Pura pereza y pura pose.
A esta altura, escoger la facilidad de la fealdad y del kitsch como escudo creativo, sólo da como resultado una obra invariablemente fea y kitsch, hoy rebautizado en trash, muy simple de identificar ya que el kitsch o el trash se vanagloria de una artificiosidad que finalizando el 2012 ha perdido toda la fuerza y la espontaneidad emocional de los 60s, la crítica de los 70s, el antagonismo provocador de los 80s y la aburrida obstinación mediática de los 90s, y que ahora, sólo ha mutado en un eufemismo patético de falsedad calculadora, atrasada y escapista.
En fin...aceptamos engreídos entonces, que con unos 30 años de demora, las modas pasadas de Asia, USA y Europa hoy palpitan en La Plata?...
La estrategia planificada del menor esfuerzo creativo y del resultado instantáneo es sólo mezquindad decadente de la mirada burguesa, de su cotillón para una fiesta de disfraces en el que los verbos ser, estar, parecer y semejar no sólo son irregulares sino que los dos primeros declinaron su significado para erigir a los segundos en lo más elevado del mundillo del arte.
Qué es el arte? Desde Duchamp, potencialmente todo. Quién hace arte? Desde Beuys, potencialmente todos. Dónde está el arte? Desde las conexiones inalámbricas, potencialmente en todos lados.
Sólo quedaría preguntarse si el arte como forma de vida, generador de pensamientos e ideas y disparador de estímulos está absolutamente agotado o si cabe la posibilidad de hacer el esfuerzo de repensarlo todo.
Se habla frecuentemente de desempolvar al arte, bueno, si el arte a desempolvar se trata de esta tendencia generalizada que observamos como arte contemporáneo, que ha perdido contacto con el presente y permanentemente intenta enseñarnos lo que significa la contemporaneidad a fuerza de imágenes gastadas por el uso, decididamente limpiemos el polvo con más palas de tierra!
Desafortunadamente, el arte digital tampoco se queda atrás en esta bizarría incierta que circula, en donde hay más oportunismo que creatividad, técnica y estéticamente torpe, asentada en la decoración y en una atmósfera retrofuturista estancada. Entonces, no desempolvemos a esta corriente de arte contemporáneo envejecido, con más tierra podemos sepultarlo para siempre.
El arte no es una destreza técnica o manual, con modas o con pertenencias. El arte es una idea; son las imágenes o representaciones que guardamos en nuestra memoria de aquello que hemos observado, vivido e imaginado y que solo requiere del ingenio para disponerlas, describirlas, inventarlas y trazarlas.
Cuál es en estos casos la idea?...O de quién?
En el siglo XXI, donde todo, desde las ciudades a los medios son espectáculo que excede sus propios límites, tampoco se trata de cuánta técnica y fantasía puede verse en una obra, ni siquiera de cuánta fantasía o creatividad puede tener un determinado artista. Si considerásemos válida esta condición, el arte estaría en el mismo punto en el que hoy se encuentra la televisión.
Se trata simplemente de experimentar si realmente la obra de un artista es capaz de abrir espacios posibles en el observador u oyente, permitiendo que éste desarrolle y desenrrolle su propia percepción para que pueda construir su propio puente hacia la realidad y para que su imagen del mundo no necesite dilucidar, pertenecer o adherir a las ideas e imágenes del otro. Un arte que no nos eduque o intimide, que no nos traiga mensajes o conclusiones y que por sobre todas la cosas, no nos masifique en su pretendida obsesión en vendernos algo, que encima, ya compramos.