"ARTE DEGENERADO", fue la denominación con la que la política cultural del nacionalsocialismo difamó a los artistas precursores y al arte moderno de su época en favor del "arte heroico" con el que garantizaban la continuidad de lo clásico, es decir, donde garantizaban su conservadurismo y (al menos algunos de ellos) tener conocimientos al respecto.
Con el sello de "ARTE DEGENERADO" fueron injuriados, difamados, perseguidos y hasta destruídos artistas, obras y corrientes que no respondiesen a la idea de arte, estética y belleza de las ya limitadas ideas del nacionalsocialismo. Afortunadamente, la avaricia del régimen hizo que muchas obras en lugar de ser destruídas, fuesen vendidas al extranjero y con ello puedan ser hoy exhibidas en museos.
Expresionismo, Dadaísmo, Nueva Objetividad, Surrealismo, Cubismo y Fauvismo al igual que sus creadores, fueron simplemente "extirpados" de la cultura por ser "los hacedores de una obra detestable", y considerados "un grupo de incapaces desquiciados" ( en marzo de 1934, Joseph Goebbels logró definir con estas palabras su propia incapacidad y miedo a quedar en evidencia), para dejar así lugar a los partidarios, que demostraron ser irremediablemente mediocres en su mayoría, agradecidos de tener a cualquier precio y finalmente, la popularidad que jamás hubiesen obtenido con su obra. Pocos de ellos trascendieron, ya que los "artistas" del nazismo no produjeron nada representativo a su tiempo. Entre ellos se cuenta Leni Riefenstahl ("Triunfo del deseo"), quien prioritó su personalismo y posibilidades a toda conducta moral. Mientras que artistas y estilos del arte moderno eran prohibidos, el nazismo promovía todo aquello que fuese tradicional, conservador y nacional. Entre los perseguidos se encontraron Marc Chagall, Otto Dix, Max Ernst, Wassily Kandinsky, Paul Klee, Emil Nolde, Edvard Munch, Gustav Courbet, Viktor Ullmann, Theodor Adorno, Béla Bártok, Paul Hindermith, Arnold Schoenberg, Thomas Mann, etc., etc., etc..